Arrhythmia

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Abriste los ojos como si fueras invierno y un árbol escarchado salió de ellos. Me quedé mirándolo hasta que desapareció.
Qué habrás querido decirme esa mañana? No lo supe. Pero aquel árbol me llevó a uno de nuestros viajes al Sur, cuando cruzamos tres ciervos al amanecer, apagamos el motor, y nos quedamos quietos mirando ese campo que parecía cubierto de leche. Como si eso de lo que éramos testigos fuera el presagio de algo por venir.
Contaste aquella historia del radar que tenemos dentro. Está suspendido, me dijiste. Flotando. Carnes y escamas. Respira. Tose. Siente. Sangra. Brama. Nuestra meteorología del alma da señales hacia fuera. Un canto de ballenas que no alcanzamos a oír.
A veces hay un latido que falta, respondí.